Si alguien pretende hablar de la economía norteamericana debe comenzar por el endeudamiento, ya que es una variable fundamental para entender el proceso de acumulación de capital en EE.UU y, con ello, su particular carrera por la subsistencia de su hegemonía económica.
Al detallar la secuencia real sobre la que ha descansado el proceso de crecimiento económico norteamericano y la generación de las tecnologías de la información y la comunicación durante los 90, observamos un desaforado consumo que tira de la demanda agregada en su conjunto; consumo que responde en gran medida a las favorables posibilidades de crédito de la economía norteamericana. Sin embargo, estas favorables posibilidades de crédito de la economía norteamericana se deben
en una importante medida a las grandes sumas de capital financiero llegado a EE.UU. desde el resto del mundo, mediante los tres mecanismos del ahorro europeo y japonés en busca de rentabilidad, ademàs del reciclaje de petrodólares y el "subsidio gratuito" derivado de la aceptación incondicional del dólar como divisa internacional de reserva). De ahí la importancia, de impedir que dichos capitales puedan alterar sus flujos, y, en particular,aquellos derivados del reciclaje de las rentas del petróleo.
Pero a la interacción de las grandes variables económicas (déficit comercial, endeudamiento, renta petrolífera y crecimiento económico), debemos incorporar (para completar una visión de amplio espectro), las siguientes variables: política comercial, política monetaria y cambiaria, y política laboral.
Analizando las dos primeras encontramos que el histórico problema al que la economía norteamericana se enfrenta desde hace una par de décadas, es la pérdida de competitividad comercial frente a Europa y Japón, debido fundamentalmente a los menores ritmos de crecimiento de su productividad del trabajo. Lo que nos traslada al viejo enfrentamiento del capitalismo con otras teorías y el mejor ejemplo es la disputa entre los diferentes bloques económicos por apropiarse de los mercados internacionales de bienes y servicios, en los que finalmente y mediante la venta se realiza la plusvalía generada en el proceso de producción. Razón por la cual se ve crecientemente cuestionada la posición hegemónica de USA en la economía mundial.
Este es el "problema" generador (en una buena e importante parte) del déficit comercial norteamericano y al que han tratado de "dar solución" mediante diversos instrumentos complementarios, más allá del masivo recurso al endeudamiento. Entre estos instrumentos encontramos precisamente la política comercial, la política monetaria y cambiaria, la política laboral y, finalmente la guerra. EE.UU. ha venido manteniendo con la UE, y viceversa, una dura pugna en el terreno comercial durante los años 90, traducido en sucesivas y crecientes guerras arancelarias en los sectores aeronáutico, del acero, del plátano y de la agricultura transgénica, entre otros.
Ante la imposibilidad de reducir por otras vías el déficit comercial norteamericano, la política comercial de las diferentes administraciones de EE.UU. han tomado la forma de un creciente proteccionismo (no tanto arancelario pero si extra-arancelario), estableciéndose no sólo "regulaciones voluntarias" de exportaciones con Japón o significativas tarifas arancelarias sobre algunos productos europeos, sino también importantes medidas extra-arancelarias (contingentes, cierre de mercados públicos a empresas extranjeras, abusiva utilización de normas técnicas y sanitarias…); así como generosas subvenciones a los exportadores norteamericanos.
Y si de legislación se trata… más importante al respecto ha sido la llamada Foreign Sales Corporation, una legislación (declarada ilegal y penalizada en mayo de 2003 por la Organización Mundial del Comercio), que permitía a las exportaciones estadounidenses ahorros fiscales de hasta un 30%.
Pero esta política comercial peculiar del adalid mundial del libre mercado, ha sido igualmente practicada por el resto de potencias económicas durante estos últimos años. Ahora bien, esta política comercial ha encontrado, su reflejo en la propia política cambiaria de EE.UU y se traduce en precario equilibrio entre ambas.
Así, ante la creciente preocupación por la abultada magnitud y progresión geométrica del déficit comercial, las administraciones norteamericanas han practicado un dèbil equilibrio, consistente en intentar por una parte que el dólar no se revalorice en exceso respecto al euro (debido a que esto reduciría las exportaciones norteamericanas y encarecería sus importaciones), como en no dejar que se deprecie, debido a que esto reduciría la riqueza que los prestamistas internacionales (provenientes de Japón, Europa y de las petromonarquías) mantienen en Wall Street, con la consiguiente y peligrosa posibilidad de huida de capitales. Es en este difícil equilibrio, en el que se ha tenido que desenvolver la política cambiaria norteamericana durante estos años, hasta que la guerra contra Iraq le ha librado parcialmente de dicha presión directa e indirecta.
No obstante, en este precario equilibrio en su momento la administración Clinton se vio obligada a elegir fundamentalmente una política de "dólar fuerte", o apreciado, precisamente para no prescindir de aquello que era absolutamente necesario para el proceso de acumulación de capital: la llegada masiva de capitales financieros. Debido a esto, el déficit por cuenta corriente experimentó un significativo empeoramiento durante los últimos años 90 hasta llegar al 2003. Será tras la guerra y ante la seguridad de la llegada de los flujos financieros al margen de una depreciación del dólar, cuando se opta por una política de "dólar débil" para fomentar las exportaciones.
Por último, la última política por medio de la cual la economía norteamericana se ha defendido de su creciente debilidad comercial en los mercados internacionales, en su particular batalla Inter.- imperialista con Europa y Japón, ha sido la constante agresión practicada contra las conquistas históricas de la clase trabajadora norteamericana (aunque usted no lo crea). Políticas que han sido aplicadas con carácter universal en todas las latitudes del planeta en el marco de la crisis de la economía mundial (ejemplo en Venezuela La Ley del Trabajo diseñada por Rafael Caldera). Estas políticas en EE.UU., parten de una legislación tremendamente restrictiva de la actividad sindical, un aumento de las horas anuales trabajadas por cada hogar durante los años 90 (acumulando dicho indicador 94 horas más trabajadas el año 2000 respecto de 1990), así como una progresiva disminución de las vacaciones por trabajador, una reducción de los salarios reales en la mayoría de los sectores (minería, construcción, manufactura y transporte) y un empeoramiento de las coberturas sociales y médicas.
No obstante, el efecto que dicha agresión a las condiciones de vida de los trabajadores norteamericanos haya podido tener, ha sido desde luego matizado en términos de competitividad comercial frente a Europa, en la medida en que las políticas neoliberales y las diferentes reformas laborales han estado igualmente a la orden del día en el proceso de construcción de la Unión Económica y Monetaria, trasladándose los ataques contra las condiciones de vida de la clase trabajadora también a la otra orilla del Atlántico.
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