A los interesados sobre el tema de la crisis financiera y sus consecuencias, les comento que el ejercicio fiscal estadounidense para 2009, se iniciará con un gran déficit fiscal cuya cifra es todo un verdadero record, pues está por el orden de 237.200 millones de dólares. Y si a eso le adicionamos el señalamiento que hace la agencia internacional de noticias AP, donde un vocero del Tesoro sostiene que “está en presencia del desequilibrio presupuestario más alto que se ha registrado en la historia contemporánea” Entonces… Bien se puede decir que el déficit del año venidero no sólo supera con creces el de octubre de 2007 (que fue de 56.800 millones de dólares), sino que el hueco pudiera ser más negro y profundo de lo que el ciudadano común se imagina, por lo que el gobierno estadounidense deberá primeramente pensar en poner termino a las incursiones en ultramar y seguidamente (muy a pesar de los corporativistas y conservadores a extremo); replantear la tesis de la intervención del Estado como fiscalizador, regulador y controlador del sistema financiero para poder sanearlo.
Contemplando además, la creación de un órgano regulador muy parecido a los existentes en Venezuela (Fogade) y en Colombia (Fogafin); por cierto únicos países en toda la América con Fondos de Garantías de Depósitos Bancarios. Esta figura se hace mas que fundamental a la hora de de debacles financieras producidas no por el sistema en si mismo, sino más bien por el manejo de aquellos que controlan del sistema bancario y de inversión (esto es poco tocado por los “supuestos expertos” ya que cuando no son Abogados con post grados en finanzas, son Economistas que obedecen más a sus bajas pasiones que a su nivel técnico).
En el momento que escribo este artículo muy pocos dan crédito, que los colegas economistas estadounidenses temen que la tinta roja para el año que está por llegar alcance la cifra del billón de dólares, en medio de una fortísima e inédita recesiòn (globalizada) que deprimirá los ingresos impositivos y amenaza con elevar el fuerte costo del salvataje del sistema financiero norteamericano. La mejor prueba de lo antes comentado es que el déficit acumulado al mes de octubre de 2008 arroja la inmensa suma de 402.000 millones de dólares como gasto total lo que acarreará un desequilibrio de tremenda proporciones.
En este nuevo panorama económico mundial, no entiendo como no se ha destacado la reunión de China, Japón, las Coreas y los once países que conforman el continente asiático; que de unificarse estaría mostrando como pacíficamente toma el testigo que esta cayendo de las manos norteamericanas. Para ejemplarizar solamente basta señalar la intención de agruparse como bloque, sin contar con la creación de un banco multinacional, la creación de una moneda única y la tenencia de más del 45 por ciento de los papeles de la deuda del Goliat del norte. Pero si pecamos de realistas más que de suspicaces, vemos con estupor como los opinadotes de oficio del tema económico, han tratado de desconocer la postura de países donde destacan Inglaterra y Alemania, que ya fijaron posturas publicas donde enfatizan la necesidad de incorporar al mercado internacional monedas adicionales para el intercambio, ya que el dólar americano se ha convertido en un papel inorgánico, respaldado por el oro colocado en la Reserva Federal, la cual tiene sus raíces en la banca privada cuya razón de ser es la renta y la especulación, por lo que ya se especula que ese oro jamás volverá a manos de sus legítimos dueños. Pero contrario a lo que es el sentido común recomienda, nadie toca el tema por temor de atizar la confrontación que desde ya se plantea entre posturas ideológicas.
En este tsunami financiero, los alemanes insisten en una postura muy lógica y racional al señalar con gran preocupación que no se pueden salvar a aquellos emporios que ni siquiera sus activos emblemáticos pueden ayudarlos a escapar de la quiebra, por lo que alertan desde ya que las fusiones entre empresas quebradas puede terminar agravando la situación financiera mundial; a esto se debe la amenaza China de bajar de 60 a 65 por ciento todos sus productos (entiéndase los textiles, líneas marrón y blanca, vehículos y todo lo que ellos manufacturen); con tal de no tener que reducir ni un sólo puesto de trabajo. De ser así, estaríamos presenciando el nacimiento de un nuevo dueño del mercado.
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